lunes, 2 de marzo de 2009

EL CIUDADANO DE LAZKAO Y LAS ELECCIONES VASCAS

Desde hace tiempo hay sectores que han querido encontrar similitudes entre el conflicto de Irlanda del Norte y el País Vasco, al igual que otros las han negado. Sin entrar a fondo en el tema soy de los que piensan que las diferencias son más que las similitudes. Uno de los elementos esenciales que los separan es el hecho de que en el Ulster la violencia ha tenido más direcciones que en el País Vasco. Excluyendo los casos del GAL y sus antecesores, en Euskadi la bomba, el asesinato y la coherción han tenido una fuente muy clara y distinguible, mientras en el Ulster el conflicto llegó a poner en pie de guerra a dos comunidades diferenciadas matándose entre sí.

Quienes se han fijado en este punto desde el País Vasco siempre han constatado este dato como algo positivo; pese a tantos años de miedo, violencia, coerción, amenaza y daño la parte civil que ha soportado los desmanes del terrorismo ha encajado los golpes con estoicismo (quiero pensar en esa palabra aunque no me olvido del componente miedo). Si de modo organizado una parte de esa sociedad hubiese decidido responder con los mismos gestos a sus atacantes, sin duda estaríamos en un escenario más cercano al del Ulster de lo que es. Que no haya sido así es motivo de satisfacción.

Sin embargo la semana pasada se produjo un hecho insólito por todos conocido. La reacción violenta de una víctima. E inmediatamente su pueblo se llenó de pasquines con su nombre tildado de fascista y un poco después la reacción de apoyo ha concentrado miles de "agregados" en foros y redes de internet. Y el debate corriendo como la pólvora...,en estos días he visto en televisión debates con tertulianos realmente bizarros para tratar un tema como este, ya sabemos como está ese tema en España. El caso es que por lo general todo el mundo coincide en la misma cosa: la acción de este hombre es entendible pero no justificable. Con mayor o menor acierto argumental todos parecen estar de acuerdo. Y yo también. No puedo negar un regustillo cuando veo las imágenes en televisión, no reprimes un "ya era hora" que aparece por la cabeza como primer pensamiento, deseas que alguien haga la vista gorda y no le procesen por atentar contra la propiedad privada. Sin embargo al momento caes en la cuenta de que su cara está nítida en televisión, y piensas en lo que tantas otras veces ha ocurrido, y sientes miedo por esta persona, y comienzas a imaginar que si, más bien pronto que tarde, a este chico le pasase algo, es probable que, tras el precedente por él mismo sentado más el cariz mediático de la situación, pudiese haber otra reacción, quizá ya de un grupo de personas en lugar de una, o que simplemente, sin que nada de esto pase, la próxima vez que ETA actúe alguien decida responder...y esto, por mucho que mate al galopante sentimiento justiciero que aflora en caliente, sería trágico, porque establecería los primeros pasos hacia la ulsterización del País Vasco. Algo que conlleva una espiral violenta en ambas direcciones que conocemos de sobra. No es deseable, no. Pero es más, que los no nacionalistas respondan es entrar en una dinámica que favorece a las pretensiones de ETA, y no se les puede regalar esto.

Puede que haya quien esté pensando que quizá una reacción agresiva por parte de la población civil esconda el fin de ETA. De hecho en Irlanda del Norte existe un factor fundamental que forma parte del análisis de la propensión del IRA a dejar las armas, y no es otro que la existencia de otro bando armado, es decir, el alto coste de que tu matas, pero también están matando a los tuyos. Imaginar una movilización cívica amenazante contra las Herriko Tabernas, imaginar el trasvase del miedo de un bando a otro y que esto les haga huir como las ratas puede ser muy épico, fílmico y reconfortante, pero extremadamente peligroso. Creo que la ciudadanía democrática se ha expresado en multitud de ocasiones contra la violencia de forma pacífica, y ETA ha hecho caso omiso, su propia dialéctica se ha encargado de defenestrar a este sentir ciudadano y colocarlo en el "bando enemigo". Nada hace pensar que una reacción agresiva les hiciese reconsiderar su postura. Es tentador, pero no deseable, contiene una serie de elementos dejados al azar que hacen el escenario imprevisible, y lo último que necesita Euskadi es más violencia, precisamente ahora que ETA parece estar muy acorralada.

Y el ciudadano de Lazkao ya se ha arrepentido. Guardará nuestra solidaridad moral y simpatía, pero no podrá ser ejemplo a seguir.

Y anoche las urnas hablaron, y por primera vez las fuerzas no nacionalistas superaron a las nacionalistas. Muy significativo. Y dudo que ETA escuche, porque para ellos, como para gente como Arzallus, estas elecciones estaban adulteradas. Se plantea ahora el interesante juego de pactos para formar gobierno. Visto desde el enfoque dicotómico de nacionalistas/constitucionalistas hay una mayoría absoluta compuesta por PSOE, PP y UPD que encierra un obstáculo importante, que el Lehandakari, a todas luces Patxi López, tendría que formar gobierno con su rival natural en la arena política. Sólo bajo la bandera del frentismo antinacionalista, debidamente aderezado para significarlo como frente anti-ETA, que no anti PNV o cualquier otro partido del nacionalismo democrático, sería entendible este pacto. Sería un gobierno con un fin muy claro para su legislatura, pero también muy exigente y con alto desgaste, y con la dificultad de tener que dedicarse a las parcelas propias de la gobernanza no contaminadas por el terrorismo, y hacerlo desde posturas tan diferentes (en ciertas cosas) como las del PP y PSOE tarde o temprano acabaría trayendo dificultades. Por otro lado es interesante saber qué dice ahora el PP sobre aquella cantinela de que gobierne el más votado cuando los pactos le dejaban fuera del poder, sobre todo porque se trata del País Vasco, y están a un paso de ver cumplido uno de sus sueños más deseados.

Patxi López ya ha anunciado que quiere ser Lehendakari, pero aún desconocemos de qué modo. Un pacto con el PP podría tener consecuencias en el resto de España, y una reedición del bipartito del 86 con el PNV le daría la Lehendakaritza a Ibarretxe y no a él. Aquella experiencia siempre ha sido recordada como muy satisfactoria, pero las condiciones eran otras, hoy, con un Ibarretxe enfrascado en caminar hacia el autogobierno veo muy complicado un pacto de este tipo. Lo más lógico, por mucho que sea renunciar al caramelo, sería dejar a Ibarretxe gobernar en minoría, sometido al desgaste parlamentario. Esto, a sabiendas de que el bloque nacionalista ya no le resulta suficiente, le obligaría a reconducir su discurso.

Y como siempre, el gran temor: ¿cuál sería la reacción de ETA con PSOE, PP y UPD en Vitoria?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Eres un genio !!!!!!!!!!
No te quedes esto para ti y los tuyos (me incluyo), amigo.
Deberías (sé que lo habrás hecho ya) escribir más y en más sitios y hacer "algo" con lo que escribes...

J.L.E. dijo...

Eso intentamos, amigo Pil, pero no es tan fácil.