martes, 24 de marzo de 2009

EL ABAD DEL VALLE DE LOS CAÍDOS

Hoy no voy a escribir nada, sólo quiero que veais este pequeño reportaje de la televisión sueca.

miércoles, 11 de marzo de 2009

SORPRENDENTES (O NO TANTO) INTERPRETACIONES DE LAS ELECCIONES VASCAS Y GALLEGAS

O no tanto, si, porque ultimamente ya nos hemos habituado a que después de una jornada electoral nadie, o casi nadie, pierda. Pero en este caso me llama poderosamente la interpretación que el Partido Popular ha hecho de los comicios autonómicos del pasado 1 de marzo. Veamos.

GALICIA
A tenor de lo que se escucha parece ser que el PP hubiese entrado triunfador en el Kremlin en pleno estalinismo, y sin embargo no me parece que la hazaña sea de tal calado. Más bien creo que lo que ha hecho Galicia es volver a su normalidad como feudo tradicional del PP. Lo anormal fue lo anterior, la legislatura socialista-nacionalista, muy favorecida en 2005 por el agotamiento de Fraga e impulsada en las urnas por los rescoldos del acelerón de las generales de 2004. El PSOE y sus socios quisieron creer que los escándalos que sacudían a su rival en otras partes del país jugarían a su favor para compensar ciertas veleidades de Touriño recientemente destapadas y el hecho de una gestión no demasiado buena de los cuatro años concedidos...dicen algunos que demasiado cortos para afrontar todo lo que Galicia requería. El caso es que una vez más toparon con una realidad cada día más constatada: el castigo a las corruptelas no es igual en un electorado que en otro, y mucho menos si se producen fuera de la autonomía en elecciones.

A todas luces Galicia a vuelto a su ser, y la euforia no habría de ser tanta en los ganadores si observamos los resultados, ya que están muy lejos de las cifras holgadísismas de antaño. El 47% de voto obtenido supone a penas punto y medio más que en 2005, pero nada que ver con el 51,6% de 2001, el 52,2% de 1997 o el 52,6% de 1993. De modo que Feijóo debería tener presente que su ventaja no es tan considerable y una mala gestión podría dar la vuelta a las cosas más facilmente que en los noventa. La recuperación del control de Galicia es importante para el PP, pero no debería ser magnificada.

PAÍS VASCO
Aquí llega lo más espectacular. Basagoiti decía textualmente esta semana que "el PP es clave en el País Vasco gracias a sus magníficos resultados". Pero al mirar los números de nuevo uno se ve perplejo ante la frialdad y contundencia de los mismos en contraposición a los que se dice de ellos. Y lo que dicen los números es que el PP ha perdido dos escaños y y 2 puntos y medio con respecto a 2005, 6 escaños y 9 puntos con respecto a 2001, 3 escaños y 6 puntos con respecto a 1998, y hay que remontarse a 1994 para encontrar resultados peores a 2009. Esto, por lógica elemental, jamás puede interpretarse como magnífico, y si el PP es clave, que lo puede ser si no cambia mucho el panorama, lo es en virtud a los logros de otro, en este caso el PSE, que es quien realmente ha subido (6 escaños y 8 puntos más que en 2005, 11 escaños y 12 puntos más que en 2001, 10 escaños y 13 puntos más que en 1998, 12 escaños y 14 puntos más que en 1994 y así sucesivamente hasta ver que son sus mejores resultados históricos en las elecciones autonómicas vascas). Y esto, y no otra cosa, es lo que hace que los resultados del PP puedan cuadrar aritmeticamente para desalojar al PNV de la Lehendakaritza. De modo que, a no ser que esperasen unos resultados peores y esta sea la única razón, no hay motivo para entender la algarabía de Basagoiti con respecto a sus números.

Dejando ya al PP resta hacer una pequeña advertencia a los partidos no nacionalistas: cuidado con la euforia porque, aunque los resultados son históricos, la mayoría social vasca sigue siendo nacionalista, y hay que recordar que muchos batasunos se quedaron en casa (y entiéndase que esto no es una crítica a su ausencia del cartel electoral), aunque parte de sus votos fueran a Aralar. Por cierto, si me callo esto exploto. Poco después de las elecciones ví en una tertulia televisiva a Isabel San Sebastián algo escandalizada con los votos de Aralar al grito de "son ETA sin armas". Semejante barbaridad da cierto pavor. Esta señora olvida, o pervierte conscientemente el hecho de que si hay un elemento característico indisociable a ETA son las armas, y que sin ellas no hay ETA. Sin armas no hay terroristas y ni asesinatos, y lo que queda es una postura política legítima y perfectamente defendible. Guste o no, se esté de acuerdo o no. Pero esta prostitución del lenguaje deja un rescoldo sombrío sobre lo que puede ser la reacción de algunos en un hipotético futuro, pero esto es otro tema que también tiene sus aristas.

El caso es que en las huestes populares cunde la euforia y en las socialistas la congoja. Especialmente al trasvasar los ánimos a nivel nacional. Los efectos de la crisis pasan factura al Gobierno, es lógico, con mayores o menores errores, siempre sucede. Al PP le tenía muy preocupado que las encuestas no venían testimoniando un aprovechamiento del desgaste del Gobierno, quizá por eso unos resultados aceptables en Galicia y País Vasco se están magnificando. Lo más probable es que venga bien, que gracias a esta euforia se genere una inercia que lleve hasta las elecciones europeas en un estado de ánimo elevado. Pero cuidado con las próxima cita electoral. Las europeas, lejos de entenderse como son y darles la importancia que tienen, han venido siendo, tradicionalmente, un espléndido momento para castigar, en mayor o menor medida, al partido del Gobierno. Viendo como bajan las aguas no sería de extrañar un varapalo al PSOE en esta cita, con los populares movilizados, como siempre, y los votantes del espectro de izquierdas, siempre más proclives a la crítica, al desencanto y al castigo, metiendo un poco de miedo ausentándose de las urnas o no votando a un partido hegemónico.

Pase lo que pase las interpretaciones, a buen seguro, volverán a olvidar que las europeas no son buen termçometro para las generales, más aún estando estas a casi dos años vista, pero si servirán para meter mucha presión a un Gobierno acosado por la crisis internacional.

lunes, 2 de marzo de 2009

EL CIUDADANO DE LAZKAO Y LAS ELECCIONES VASCAS

Desde hace tiempo hay sectores que han querido encontrar similitudes entre el conflicto de Irlanda del Norte y el País Vasco, al igual que otros las han negado. Sin entrar a fondo en el tema soy de los que piensan que las diferencias son más que las similitudes. Uno de los elementos esenciales que los separan es el hecho de que en el Ulster la violencia ha tenido más direcciones que en el País Vasco. Excluyendo los casos del GAL y sus antecesores, en Euskadi la bomba, el asesinato y la coherción han tenido una fuente muy clara y distinguible, mientras en el Ulster el conflicto llegó a poner en pie de guerra a dos comunidades diferenciadas matándose entre sí.

Quienes se han fijado en este punto desde el País Vasco siempre han constatado este dato como algo positivo; pese a tantos años de miedo, violencia, coerción, amenaza y daño la parte civil que ha soportado los desmanes del terrorismo ha encajado los golpes con estoicismo (quiero pensar en esa palabra aunque no me olvido del componente miedo). Si de modo organizado una parte de esa sociedad hubiese decidido responder con los mismos gestos a sus atacantes, sin duda estaríamos en un escenario más cercano al del Ulster de lo que es. Que no haya sido así es motivo de satisfacción.

Sin embargo la semana pasada se produjo un hecho insólito por todos conocido. La reacción violenta de una víctima. E inmediatamente su pueblo se llenó de pasquines con su nombre tildado de fascista y un poco después la reacción de apoyo ha concentrado miles de "agregados" en foros y redes de internet. Y el debate corriendo como la pólvora...,en estos días he visto en televisión debates con tertulianos realmente bizarros para tratar un tema como este, ya sabemos como está ese tema en España. El caso es que por lo general todo el mundo coincide en la misma cosa: la acción de este hombre es entendible pero no justificable. Con mayor o menor acierto argumental todos parecen estar de acuerdo. Y yo también. No puedo negar un regustillo cuando veo las imágenes en televisión, no reprimes un "ya era hora" que aparece por la cabeza como primer pensamiento, deseas que alguien haga la vista gorda y no le procesen por atentar contra la propiedad privada. Sin embargo al momento caes en la cuenta de que su cara está nítida en televisión, y piensas en lo que tantas otras veces ha ocurrido, y sientes miedo por esta persona, y comienzas a imaginar que si, más bien pronto que tarde, a este chico le pasase algo, es probable que, tras el precedente por él mismo sentado más el cariz mediático de la situación, pudiese haber otra reacción, quizá ya de un grupo de personas en lugar de una, o que simplemente, sin que nada de esto pase, la próxima vez que ETA actúe alguien decida responder...y esto, por mucho que mate al galopante sentimiento justiciero que aflora en caliente, sería trágico, porque establecería los primeros pasos hacia la ulsterización del País Vasco. Algo que conlleva una espiral violenta en ambas direcciones que conocemos de sobra. No es deseable, no. Pero es más, que los no nacionalistas respondan es entrar en una dinámica que favorece a las pretensiones de ETA, y no se les puede regalar esto.

Puede que haya quien esté pensando que quizá una reacción agresiva por parte de la población civil esconda el fin de ETA. De hecho en Irlanda del Norte existe un factor fundamental que forma parte del análisis de la propensión del IRA a dejar las armas, y no es otro que la existencia de otro bando armado, es decir, el alto coste de que tu matas, pero también están matando a los tuyos. Imaginar una movilización cívica amenazante contra las Herriko Tabernas, imaginar el trasvase del miedo de un bando a otro y que esto les haga huir como las ratas puede ser muy épico, fílmico y reconfortante, pero extremadamente peligroso. Creo que la ciudadanía democrática se ha expresado en multitud de ocasiones contra la violencia de forma pacífica, y ETA ha hecho caso omiso, su propia dialéctica se ha encargado de defenestrar a este sentir ciudadano y colocarlo en el "bando enemigo". Nada hace pensar que una reacción agresiva les hiciese reconsiderar su postura. Es tentador, pero no deseable, contiene una serie de elementos dejados al azar que hacen el escenario imprevisible, y lo último que necesita Euskadi es más violencia, precisamente ahora que ETA parece estar muy acorralada.

Y el ciudadano de Lazkao ya se ha arrepentido. Guardará nuestra solidaridad moral y simpatía, pero no podrá ser ejemplo a seguir.

Y anoche las urnas hablaron, y por primera vez las fuerzas no nacionalistas superaron a las nacionalistas. Muy significativo. Y dudo que ETA escuche, porque para ellos, como para gente como Arzallus, estas elecciones estaban adulteradas. Se plantea ahora el interesante juego de pactos para formar gobierno. Visto desde el enfoque dicotómico de nacionalistas/constitucionalistas hay una mayoría absoluta compuesta por PSOE, PP y UPD que encierra un obstáculo importante, que el Lehandakari, a todas luces Patxi López, tendría que formar gobierno con su rival natural en la arena política. Sólo bajo la bandera del frentismo antinacionalista, debidamente aderezado para significarlo como frente anti-ETA, que no anti PNV o cualquier otro partido del nacionalismo democrático, sería entendible este pacto. Sería un gobierno con un fin muy claro para su legislatura, pero también muy exigente y con alto desgaste, y con la dificultad de tener que dedicarse a las parcelas propias de la gobernanza no contaminadas por el terrorismo, y hacerlo desde posturas tan diferentes (en ciertas cosas) como las del PP y PSOE tarde o temprano acabaría trayendo dificultades. Por otro lado es interesante saber qué dice ahora el PP sobre aquella cantinela de que gobierne el más votado cuando los pactos le dejaban fuera del poder, sobre todo porque se trata del País Vasco, y están a un paso de ver cumplido uno de sus sueños más deseados.

Patxi López ya ha anunciado que quiere ser Lehendakari, pero aún desconocemos de qué modo. Un pacto con el PP podría tener consecuencias en el resto de España, y una reedición del bipartito del 86 con el PNV le daría la Lehendakaritza a Ibarretxe y no a él. Aquella experiencia siempre ha sido recordada como muy satisfactoria, pero las condiciones eran otras, hoy, con un Ibarretxe enfrascado en caminar hacia el autogobierno veo muy complicado un pacto de este tipo. Lo más lógico, por mucho que sea renunciar al caramelo, sería dejar a Ibarretxe gobernar en minoría, sometido al desgaste parlamentario. Esto, a sabiendas de que el bloque nacionalista ya no le resulta suficiente, le obligaría a reconducir su discurso.

Y como siempre, el gran temor: ¿cuál sería la reacción de ETA con PSOE, PP y UPD en Vitoria?