sábado, 30 de agosto de 2008

No pienses en un elefante



George Lakoff parece haberse erigido en uno de los nuevos totems de las socialdemocracias allende los mares, de hecho estuvo entre los destacados del "comité de sabios" que el PSOE agrupó como asesores en su última campaña.

Lakoff es experto en lingüistica cognitiva y ha profundizado en la naturaleza del pensamiento y su expresión en el lenguaje, yendo un poco más allá al aplicar sus conocimientos en la estructuración del discurso político.

Este pequeño librito, aparecido en 2004 es ya lectura de cabecera de los demócratas estadounidenses y desde su traducción en 2007 al castellano es recomendado por cualquier miembro del PSOE preocupado por la estrategia y el discurso.

Al margen del alineamiento reconocido de Lakoff en el mundo "progresista" el libro resulta muy interesante para cualquiera que quiera indagar un poco en esto de la confección del mensaje, ya que es un libro reactivo, es decir: Lakoff reconoce que la derecha lleva décadas de adelanto trabajando en este campo y ahora conmina a la izquierda a que haga lo mismo, por tanto la receta es válida para cualquiera, sea del color político que sea. A la derecha le ha funcionado, y ahora pretende que la izquierda trabaje utilizando las mismas herramientas para sacar aún más provecho que aquellos. Obvio, para Lakoff los valores progresistas son mejores y se puede sacar más partido de ellos.

Todo el argumento rota en torno a la idea de el pensamiento humano se fundamenta en códigos que configuran un marco ideal, de encuadre fundamental de mensaje. Según este profesor de Berkeley dichos marcos responden a dos modelos clásicos ligados a la idea familiar: la del padre protector (identificado con el pensamiento progresista) y la del padre estricto (la derecha). En función de esos marcos predeterminados, el político debe pensar su mensaje para que sea capaz de ser percibido dentro de los códigos naturales del tipo de persona a quien se dirigen.

Es un resumen a grandes rasgos de un libro pequeño de lectura fácil, comprensible e interesante, pero además de ello me gustaría destacar un aspecto al que Lakoff hace referencia. Como ya he dicho el autor hace mención a que la derecha (estadounidense en particular, de hecho todo el libro se centra en la experiencia de este país y quizá ello sea su mayor punto débil) lleva décadas trabajando el pensamiento, buscando coincidencias de mensaje, dinfundiendo ideas, invirtiendo (toneladas de dinero) en publicaciones y think tanks en los que formar analistas y luego exportarlos a los medios de comunicación, todo ello con la intención de expandir su mensaje lo más unitariamente posible a cuantos más vientos mejor. Por contra reprocha a la izquierda que durante tantos años haya dado por bueno el mito idiota y falaz de que a la derecha no le interesa la cultura y el estudio. A fuerza de mirarse el ombligo como única fábrica de ideas, la derecha y sus think tanks los adelantaron por los cuatro costados. ¿Les suena esto de algo? Una pista: sumen Zapatero + Caldera + Fundaciones PSOE y tendrán como resultado la gran fábrica de ideas que se publicitó tras las últimas elecciones. Claro como el agua, ¿verdad?.

No pienses en un elefante. George Lakoff. Editorial Complutense, Madrid: 2007.

miércoles, 6 de agosto de 2008

A vueltas con De Juana

Joseph Goebbles sabía muy bien del poder de la propaganda y con maestría la utilizó para sus fines. Los medios de comunicación modernos son perfectamente conscientes de que de facto son ese cuarto poder, un recurso que siempre está disponible para cuando la situación requiere que determinada noticia se agite o se pase de puntillas por ella. En el caso del etarra De Juana Chaos confluyeron estos resortes interesados de determinados medios de comunicación y, para crear un agravamiento aún mayor del asunto en la mentalidad colectiva, se adhirieron asociaciones de víctimas y partidos políticos.

Los medios crean estados de opinión, y venden problemas sacados oportunamente a la luz en determinadas situaciones, creando la ilusión de que están sucediendo por primera vez, o generando una sensación de agravamiento de ciertos asuntos como si estuviéramos al borde del abismo.

Uno se pregunta si aquella oleada de hace algunos años de perros asesinos fue un virus extraterrestre o si un buen puñado de estos animales formaron un contubernio para atacar seres humanos. Durante algunas semanas raro era el día en que no aparecía un caso. ¿Nunca antes lo hubo? ¿Nunca después? Lo mismo sucedió con execrables casos de violación y asesinato que, probablemente por la saña con que los criminales se cebaron en las víctimas, fueron morboso tema de portada durante buenas temporadas. En un esfuerzo memorístico parece que nada pasó entre las niñas de Alcàsser y Sandra Palo. Sin embargo las violaciones continuaron produciéndose en los años que median entre ambos casos.

En este tipo de ejemplos el comportamiento de los medios suele responder a las ventas que produce el morbo, pero a la vez contribuyen enormemente a generar una alarma social que, aunque no siempre podamos decir que es injustificada, si puede llegar a tener ciertas consecuencias no deseadas. El clamor de la calle puede traducirse en una salida a la palestra de las autoridades políticas que en virtud de calmar por un lado dicho clamor, y por otro anotarse un tanto ante la ciudadanía, especialmente si hay citas electorales a la vista, prometen la tipificación de nuevos delitos, reformas del Código Penal o endurecimiento de penas. En muchas ocasiones, como ya hemos visto, provocando desajustes y agravios entre las penas previstas para determinados delitos, castigando al que está en boca de todos por encima incluso de otros que objetivamente conllevan una mayor gravedad.

En el caso De Juana Chaos el clamor iba un poco más allá, abogándose para dicho reo un cierto tipo de medidas más próximas al llamado derecho penal del enemigo que al que sería deseable en un Estado de Derecho. Probablemente pocos de quienes se lanzaron a la calle en aquellos días conocían los entresijos del caso, lo que se estaba debatiendo o los detalles del proceso legal (no siempre claro y coherente, por otra parte, tanto desde las autoridades judiciales como desde el Gobierno). Se había generado la ilusión de que el Gobierno iba a liberar a un asesino de ETA. Eso era suficiente para tomar la calle. Parecía que era la primera vez en la historia que un etarra salía de prisión.

Reclamar a la ciudadanía conocimientos suficientes como para juzgar las cosas por si misma de un modo sólido se antoja una utopía. Es, por tanto, comprensible que no sepan cómo funciona el régimen penitenciario, qué beneficios y reducciones había conseguido el etarra, porqué y cuándo (léase bajo que gobierno), qué determinaba el Código Penal con que fue juzgado (las variaciones en la norma son en derecho no retroactivas salvo en beneficio del reo), porqué se le pretendía mantener en la cárcel y porqué se le llevaba a un hospital o se le alimentaba a la fuerza. Tampoco, y es lamentable, se les supone conocedores de los principios que rigen el ordenamiento legal del Estado de Derecho, especialmente el criterio de la pena como medio de reinserción. Lo alarmante de todo esto es el poco esfuerzo que se hace en explicarlo, y lo peor, es ver a representantes políticos, que en otro tiempo dispensaron aún mayores beneficios penitenciarios, a los que se les supone que sí conocen estos detalles, codo con codo, encabezando la manifestación, agitando a sectores tan sensibles a estos casos como son las víctimas dejando patente ya no sólo un uso partidista del caso, sino un ejercicio de soberana irresponsabilidad social… ¿o quizá no tanto?

Hace poco tuvimos sobre la mesa el caso de la niña asesinada en Huelva, y de nuevo la gente salió a la calle. Otra vez se volvió a hablar de endurecimiento de penas, incluso de cadenas perpetuas. Un caso terrible que tuvo como cúspide una serie de errores de aplicación de sentencias se trató de llevar al campo del endurecimiento de la pena (si es que no lo es ya lo suficiente), porque es lo primero que pide la ciudadanía ante un escándalo semejante. Esta vez parece que los responsables políticos salieron al paso pidiendo cordura y tratando de explicar el problema, pero ¿se esforzaron lo suficiente como para que el mensaje quedase claro? ¿Recogieron el testigo los medios para informar de cómo realmente funciona esto?

Si uno no anda con cuidado en estos temas tan sensibles puede encontrarse siendo acusado de amigo de los terroristas (o violadores, póngase lo que proceda), cuando en realidad de lo que se trata es de mantener la legislación del Estado de Derecho dentro de los principios que se le presuponen. Es una postura impopular en momentos así, y difícil de mantener como difícil es nadar contra la corriente, pero absolutamente necesaria si no se quiere volver a los tiempos de la ejecución en plaza pública. Por tanto que quede claro el abisal desprecio que me produce un personaje como De Juana, que su actitud pone muy en duda la función de reinserción de las penas de cárcel puesto que no solamente se arrepiente sino que además continúa enalteciendo su lucha y la de sus afines, y es que no parece tan fácil conseguir el mea culpa de un criminal ideológico. Por ello, defendiendo que este asesino debe estar en la calle porque oficialmente su pena está cumplida, no se le debe dar el más mínimo margen para que cometa el más mínimo enaltecimiento o apología del crimen terrorista. En estos días ya se han oído voces desde el Gobierno vasco pidiendo que no se construyan nuevas acusaciones, cuando él solito da pie a ello, o que se marche lejos porque no le van a dejar en paz los que piden venganza, e incluso acusando a priori a la Fiscalía General del Estado de tener una actitud contraria a la democracia. Manifestaciones como esta vuelven a dejar patente que el PNV, en lo tocante al problema vasco, continúa jugando a lo suyo, condenando el terrorismo cuando toca pero protegiendo la casa común cuando hay que hacer frente nacionalista. Aquellos que desde el PP acusan al PNV de tener los mismos objetivos que ETA (es cierto en parte) y agenda (un exceso inadmisible) pueden ver reforzadas sus posturas con declaraciones como estas, hipócritas, cobardes y falsarias.

No se hace ningún favor el nacionalismo democrático vasco dando cobertura a De Juana. Quizá el día que abandonen sus flirteos, el día que se den cuenta que ante el totalitarismo asesino no hay puntos en común, el día que dejen de pensar en el beneficio propio, quizá ese sea el día en que se produzca, de verdad, el principio del fin.

martes, 5 de agosto de 2008

Un corazón invencible (A mighty heart)













Inauguramos la sección cine con esta película que recientemente ha caído en mis manos y que se pudo ver en las pantallas a finales del año pasado.




Narra la desaparición de Daniel Pearl, el periodista del Wall Street Journal secuestrado en Pakistán en enero de 2002, la investigación y el final desenlace. Uno se alegra que proyectos de este tipo caigan en manos de gente como Winterbottom, porque hubiese sido muy fácil hacer lo que hubiese hecho Hollywood en el 95% de las ocasiones: fabricarnos un folletín lacrimógeno y maniqueo. Sin embargo esta película, fiel a ese estilo británico que va rozando en la forma de rodar las claves del documental, aparece como un producto descarnado, sin artificios (no los necesita, la historia que cuenta ya se las trae de por sí), sin chorretones de sangre gratuítos (cosa que le añade una dignidad más que loable), sin dramatismos innecesarios y, lo que más me ha gustado, con un respeto escrupuloso a los hechos. Sin pretender ser didáctica ni dar una lección académica de lo que se cuece en Pakistán, cualquiera que tenga un poquito de formación en el tema va a identificar un montón de cosas, y al que no las tenga le va a dar algunas claves con las que encuadrar un poco mejor una historia compleja, un drama individual que sin embargo mantiene estrechos lazos con lo que sucedía a nivel mundial en aquellos momentos. El retrato del ISI (servicio secreto pakistaní), el juego a tres bandas de las autoridades militares de aquel país (entre los rescoldos del apoyo a los talibanes, la emergente presión diplomática estadounidense y la paranoia anti-india), el fluir de la red de Al-Qaeda por las intrincadas callejas de las ciudades y, sobre todo, su cálculo, el cálculo estratégico que muchas veces obviamos amparando al enemigo en su supuesta locura.




Una película muy seria, de esas que cuentan las cosas como ya pocas veces se hace, y ojo que la Jolie está estupenda.




A Mighty Heart. (R.U.-USA, 2007), de Michael Winterbottom. 100 minutos.




P.D.: Daniel Pearl apareció despedazado en siete trozos alrededor de un mes después de su desaparición, un vídeo entregado poco antes mostraba su decapitación. La mano ejecutora se le supone a Khalid Seijk Mohammed, yihadista de larga trayectoria e implicado en algunos de los proyectos más sonados de Al-Qaeda como el primer atentado contra el World Trade Center en 1993, el intento de volar en vuelo varios aviones en medio del Pacífico y el propio 11-S.

Los padres de Daniel Pearl crearon la Daniel Pearl Foundation (http://www.danielpearl.org/) para promover el entendimiento cultural a través del periodismo, la música y las nuevas vías de comunicación.